Todo esto llegó a oídos del gobernador de ese tiempo, el Conde de Lemos, quien mandó una comitiva para averiguar lo que estaba pasando y si era verdad todo ese rumorío de la gente.
Casi nos quedamos sin la sagrada imagen porque parece ser que le dieron el peor de los informes y decidió ver con sus propios ojos lo que sucedia en las noches. Con estupor certificó que era verdad todo lo que había referido el informe y que las reuniones en Pachacamilla eran una vergüenza y un pésimo ejemplo. Es por ello que tomó la decisión de borrar la imagen lo antes posible y dio la orden de que se cumpla antes que el gallo cante a la mañana siguiente. Y así se hizo, o se pensó hacer porque a la mañana siguiente....