El enorme dragón tiene la mirada fija sobre el pueblo. Se aleja astutamente del samurai que resulta presa fácil. Su instinto salvaje lo lleva directamente a su objetivo. Personas aterradas que corren despavoridas gritando: -Auxilio-, -¡Salven a mi hijo!,-¡Ahh!-, en pánico total. Akiro observa pensando: ¡Oh no! Los esta matando despiadadamente.
Sin poder quedar inmóvil ante tanta crueldad, Akiro reacciona gritando: -¡Oye tú! Déjalos y pelea con alguien de tu tamaño, reptil asqueroso- mientras la gente sigue tratando de huir.
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