poco a poco y sin razón alguna, el tumor fue reduciéndose hasta que desapareció por completo. Antonio de León no cabía en sí de contento y explicó el milagro a todos los que lo conocían. La gente poco a poco le empezó a rendir cada vez más y más homenaje al Cristo de Pachacamilla y venían de todos los pueblos a celebrar al Cristo milagroso.
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