Con el optimismo a flor de piel por el regalo de la casita de Adviento, se me ocurrió pintar un smile recordando mis épocas de Editora Leo, cuando una tarde, con una lata de pintura, hice la silueta de un smile rojo que alegraba la oficina. La gente se extrañaba de ver un smile estilo callejero en una oficina de edición, y además enorme, del tamaño del círculo que podía trazar con todo el brazo.
La puerta de mi departamento es de metal y compré tres latas de pintura. No había el rojo que quería, así que usé plata, blanco y un ocre metálico. El resultado que buscaba —un smile saliendo radiante del caos— no salió. Solo quedó el caos.
Entonces recordé que, hace unos cinco años, había contactado al genial artista Conrad Flores. Eran ya las doce y media de la noche cuando intentaba arreglar lo que había pintado, hasta que decidí llamarlo. Y, por esas cosas de la vida, quedamos en vernos al día siguiente.
El resultado fue ese maravilloso collage de smiles que ahora me alegran cada vez que salgo o paso por ese pequeño espacio. Era el punto perfecto para mis presentaciones de “el mensaje del día por Adviento”. Cada día en Facebook publico una frase interpretada desde lo que voy aprendiendo, descubriendo o simplemente se presenta, y todo va tomando un sentido muy armonioso. Cada día abro el cajoncito correspondiente en la casita de Adviento que ya les mostré en el post anterior, y de ahí nace el mensaje que comparto.
Ahora estoy en el cajoncito del octavo día de Adviento, y lo voy a publicar con su video en los siguientes posts para compartir este propósito: llevar un mensaje para quien el destino coloque aquí. Si estás leyendo esto, es porque puedes continuar esta cadena y vivir esta Navidad de una manera nueva.
Que el amor misericordioso de Jesús nos ilumine para crecer en espíritu y recibir al Niño con la alegría que da caminar con Él.
Comparto las fotos de lo vivido, con gran alegría y con este hermoso renacer que Dios ha puesto en mi camino. ENJOY!



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