Durante los momentos de penurias la gente iba a rogar a la imagen del Señor para que les ayudara. Pasado un tiempo, cuando vino la calma, la gente fue dejando olvidado este lugar y la imagen.
Hasta que un día, un buen hombre llamado Antonio de León, encontró la imagen sobre un montón de escombros, con un cobertizo de hojas de plátano y pedazos de sebo de velas.
Sírvanse, niños, un pedazo de turrón mientras les sigo contando. A ti te tocó la estrellita, Rosita, puedes pedir un deseo. A ti el caracolito, Luisito, adentro hay un papelito. Léelo, tiene un mensaje adentro. Bueno, les sigo contando...
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