De esa ManerA, nació el culto al Cristo de Pachacamilla, que con el paso del tiempo, fue llamado Señor de los Milagros. Esta imagen soportó por muchos años fuertes terremotos, como el de 1687, el cual se produjo a las cuatro de la mañana en Lima. Los muros y techos caían y los edificios que quedaron en pie, cayeron con un segundo terremoto a las seis de la mañana.
La gente rezaba al Cristo de Pachacamilla (Señor de los Milagros) para que cesen estos movimientos telúricos. Así fue que el capitán, Don Sebastián de Antuñano, creó una réplica de la imagen y, junto con muchos devotos, recorrió las calles de Lima.
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