Una vez que Akiro llega a la dirección que buscaba en Japón, se impresiona. -¡Qué dragón más enigmático!- piensa ante un extraña aldaba, en realidad un jalador muy singular que debe usar para tocar la puerta ya que no encuentra un timbre. -Toc...toc...- suenan dos golpes secos. Lo recibe un anciano con cara muy amable, quien lo saluda con una venia al estilo característico oriental. Luego le dice: -Bienvenido a esta humilde morada. Mi nombre es Imeka San.
-Mucho gusto, soy Akiro Kent Emi.
El anciano lo mira de una forma muy extraña y piensa: -¡Ya estás conmigo!
El abuelo de Akemi, la amiga de Akiro, aún no podía creer que tenía a Akiro en su casa.
-Adelante, sígueme por favor- le dice mientras voltea y camina hacia el interior de la casa.
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