Estaba en el consultorio de un doctor por una visita rutinaria de prevención. Cuando de repente se me ocurre comentarle que el día siguiente tenía una cita con el dermatólogo para verme unos lunares que tenía y aparte una marchita morada que me había salido en la lengua.
-A ver déjame ver tus lunares- me dijo. Luego los vio y rápidamente me dijo: -No te preocupes son benignos. Luego siguió: -A ver tu mancha en la lengua- Inmediatamente saque la lengua y se la enseñé. Como no la veía le indiqué que estaba a la izquierda. Me miró serio y me dijo: -Mejor te la haces ver por un especialista de cuello y cabeza. Tengo un amigo que te la puede ver- Sacó una tarjeta de su escritorio y me la dio. Luego en una receta me puso una recomendación para el doctor.
Yo no salía de mi asombro. Y luego peor cuando llegué al carro vi la tarjeta y decía Enfermedades Neoplásicas. En ese momento si me asusté y toda la tranquilidad que tenía se me convirtió en un mar de deducciones y preocupaciones. Me intranquilicé, pero luego pensaba: ¡No puedes ser fatalista, no tienes nada! Luego leo la recomendación y decía:- Por favor ver lesión de lengua y ...- ¿Lesión? pensé alarmada. ¿Qué será lo que tengo?
Me fui directo a la clínica en busca de una respuesta. Al llegar deje el carro a la carrera porque ya eran casi las cuatro y ni me acordaba que no había almorzado, en ese momento solo quería correr al doctor. Como tengo un seguro tuve que pedir consulta, lógicamente el doctor recomendado no tenía ni un minuto disponible. Rápidamente pregunté por otros doctores de la misma especialidad y nada, mínimo me recibirían en una semana. Al ver que nada podía hacer, la señorita muy amable me recomendó subir al consultorio para intentar algo con su secretaria.
Volé hasta el segundo piso y ni esperé el ascensor, subí por las escaleras. Al llegar el consultorio estaba lleno de pacientes. Me acerqué hablando con silenciador para que nadie me escuche. mostrando la recomendación que tenía. La secretaria me dijo secamente: -No hay citas hasta el lunes 29- Bueno dije resignada faltan pocos días. Baje al área de atenciones y les dije señoritas creo que se han equivocado, me han dado para el lunes 29 y este viernes es 29. Llamaron para consultar había sido para el lunes 29 de mayo. Casi me da un ataque. Tenía que esperar más de un mes. Volví a subir al consultorio, esta vez estaba dispuesta a acampar allí si era necesario. -Por favor señorita le dije. Es solo ver un segundo la marchita que tengo en la lengua. Me va a dar un infarto si me quedo con la duda. La señorita me recibió nuevamente la recomendación y yo le prometí ni siquiera moverme hasta que se vaya el último paciente sin fastdiarla. Bueno al menos ya tenía la esperanza que me reciba.
Tome unas revistas de esas que hay en los consultorios, de hace un año. Caretas, Holas... las miraba pero no veía ni leía nada. Solo pensaba en lo que podía tener.
Así pasaban unos minutos y me puse a ver a los pacientes. Acababa de entrar una pareja de personas de avanzada edad. Cuando salieron la señorita les dijo que tenían que venir en la quincena para la operación. No me pregunten de qué, porque más no me enteré. Solo me daba tristeza ver con el cuidado u cariño que la señora atendía a su esposo. ¡Dios santo llegar a esa edad para pasar esto! Luego al lado tenía a un gordito. Esos que son tan bonachones. Al igual que yo intentaba leer. Luego pasó y como a los veinte minutos salió. Parecía como mareado. Y no era para menos. Escuché a la señorita que decía que tenía que ir a Oncosalud que no se preocupara que el seguro cubría todo. ¿Oncosalud? OMG de seguro cáncer. ¡Qué pena! Ya veía que lo mío no era nada bueno. Me acordé de Fujimori y su lengua y me atormentaba pensando que de repente me tenía que cortar. Bueno a mi no se me ocurrió, el doctor que me recomendó me dijo que de repente me tenían que hacer una biopsia.
Ya se imaginan lo que venía luego de cada entrada a esa puerta que la veía tan llena de misterio al no saber con que salía cada persona que entraba.
Había una linda joven de unos 28 años, quien estaba con su mamá, un ama y su bebe de unos seis meses. La mamá ósea la abuela lo cargaba mientras la ama le preparaba la leche. La joven empezó a ordenar sus papeles hasta que dijo: - Tengo los resultados del 2008, 2009 pero no encuentro el resto...- Era fácil de suponer que venía a un control de alguna operación anterior. Luego entró a consulta y a los veinte minutos salió radiante con un agrian sonrisa y en verdad sentí alegría por ella, parecía ser que en su caso todo estaba bien.
Luego la señorita me llamó y me dijo que si iba apagar con seguro mejor haga mi trámite. Me sentí aliviada al saber que finalmente ya iba a entrar a la consulta. Esta vez no me importaba esperar el tiempo que sea con tal de hacerme ver. Baje corriendo las gradas y fui a hacer el trámite. Ya estaba más tranquila hasta que ... me encuentro con el médico más bonachón que he conocido. El había operado a mi mamá hacía unos años atrás y no tienen una idea de lo gentil, amigable y excelente cirujano que es. Bueno a lo que iba. Lo salude en la parte de afuera de la clínica. Le conté que estaba preocupada por esa marchita en la lengua. -No te preocupes me dijo, no debe ser nada. A ver enséñame- Yo saque la lengua y me dijo: -En estos casos es mejor que te vea un especialista y ese doctor es muy bueno. Dile que vas de parte mía. Le agradecí mucho y volví a tener esa duda. Ya van dos médicos que me dicen lo mismo. De seguro no es nada bueno...Dios mío te prometo... Señor de los Milagros... Siempre en estos momentos uno se acuerda de Dios y promete hasta lo que no tiene contal de salir librado de todo.
Al llegar me encontré que ya quedaban dos pacientes. Finalmente dije. Pero en ese momento llego un joven, pero creo que es eso que son visitadores médicos. Luego llego una señora con un dulce para la secretaría, se diría que era paciente antigua. Ni modo me dije hay que esperar. Para ese entonces ya había hablado con mi mamá unas tres veces contándole que ya estaba por entrar y que mejor no me llame para no hacer ruido. Luego llego una señora tosiendo. Me imaginé que era esa tos de fumador, la misma que me recordó a mi papá. Y así se fue pasando la tarde. Un paciente no había ido porque su padre había muerto y tenía que viajar a provincia, es en ese momento que me hace pasar a mi...
Lo salude al doctor nerviosa, le conté lo de mi lengua. Me hoz pasar a esos sillones tipo dentista y en unos segundos me vio la lengua. La llevo a un lado a otro. Y me dijo: -No tiene nada de que preocuparse, se ha mordido la lengua. En ese momento me acorde que me había comido diez tofos. Se me humedecieron los ojos y agradecí a Dios el no tener nada de cuidado...
El valiente muere una vez, el cobarde muchas. Sabias palabras porque yo me había muerto varias veces en esa tarde. Qué terrible es cuando nos toca el momento de enfrentar algo así. Tenemos tanto que agradecer y a la vez sentirnos más sensibles cuando son otros los que padecen en ese silencio interno tan terrible.
¡Gracias Señor de los Milagros!
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