Estaba tomando un café en la mañana y al regresar a casa como es habitual me detuve a comprar el periódico. Bueno si a lo que hago se llama leer el periódico. La verdad, fuera de saltarme las noticias trágicas así como hago en la noche cuando empiezan los noticieros... derrumbe en tal sitio... n muertos en otro...marido mata a su mujer por x razones...se escapan presos...Y así por el estilo, lo cual evito irrefutablemente antes de dormir. No es que sea egoísta con lo que ocurre, es simplemente que me da escalofríos ponerme en la otra cara de la moneda. Me afecta lo que ocurre a mi alrededor. Bueno a lo qué venía este blog... Leí hoy día una noticia en el periódico que por el titular no me representaba nada trágico, porque sino, no la hubiera leído. Pero ocurrió algo realmente terrorífico y que superan la mayor escabrosa ficción literaria. Esas cosas que pasan, que si quisiéramos hacerlas se vuelven irrepetibles. La noticia era que un señor se va a pasar el fin de año al Cuzco. Decide dar vueltas a la plaza central para esperar el año. En ese instante, un atarantado enciende una bombarda y la lanza. El aparato pirotécnico alcanza su mayor vuelo, cae en un techo de calamina y luego va a parar al cuello del señor que corría en su intento de alcanzar un mejor año. Resultado fatal del destino, muere sin saber cómo, ni por qué con un dardo a la yugular, desangrado después de seis horas de agonía. ¿Cómo puede ocurrir algo así?
Lo que me invita a pensar que nadie puede correr de su destino, como tampoco nosotros podemos dejar pasar las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Estamos viviendo una vorágine de sucesos tan terribles, en el Perú y en el extranjero cada día, producto de nuestra utopía por alcanzar metas e ideales creados virtualmente en un mundo cada vez más etiquetado. Contribuyendo a la ansiedad colectiva.
Pensemos en qué contribuímos diariamente para mejorar nuestra vida común y propongámonos intentar un cambio positivo. Con este blog intento crear una reflexión para hacernos más permeables a la vulnerabilidad en la que vivimos.
Lo que me invita a pensar que nadie puede correr de su destino, como tampoco nosotros podemos dejar pasar las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Estamos viviendo una vorágine de sucesos tan terribles, en el Perú y en el extranjero cada día, producto de nuestra utopía por alcanzar metas e ideales creados virtualmente en un mundo cada vez más etiquetado. Contribuyendo a la ansiedad colectiva.
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