Me gusta jugar City Ville en el Facebook. Y después de mucho tiempo en este jueguito aparentemente inofensivo me doy cuenta que uno se va enviciando a tal punto que no puede dejar de hacerlo. Al principio te dan un espacio pequeño de terreno y tienes que construir una casita, luego pones un negocio, puede ser una farmacia, un restaurant italiano, francés o el que quieras, también puedes sembrar y así vas haciendo una ciudad. Luego de un tiempo te das cuenta que el juego para segurir creciendo requiere del cumplimiento de algunas tareas, las cuales son sencillas pero que toman tiempo. Y así sin darte cuenta te entra la ambición de hacer crecer y crecer tu ciudad. Si a esto le agregas el nivel competitivo de tener la mejor ciudad, la más grande y también la más productiva. Asi es como este jueguito que empecé como si estuviera haciendo decoración urbana ya que los dibujos son muy agradable y en una perpectiva tal que te dan verdaderamente la idea de una ciudad. Estaba feliz con mis trofeos los mismos que me han costado tantísimas horas hasta que en una nota del face leo:
-¡Mamá es el colmo no vienes a casa por estar jugando!
Luego la respuesta: Sólo entre a cosechar lo que había sembrado.
Ese es un juego que se llama la granja y al igual que el la ciudad requiere de mucho tiempo. ¿Hasta cuando es bueno esta distracción? Simplemente hasta que no se convierta en una obsesión. En realidad se convierte en una droga si no sabemos poner la mente en claro de hasta que punto queremos hacer de una distracción un trabajo.
-¡Mamá es el colmo no vienes a casa por estar jugando!
Luego la respuesta: Sólo entre a cosechar lo que había sembrado.
Ese es un juego que se llama la granja y al igual que el la ciudad requiere de mucho tiempo. ¿Hasta cuando es bueno esta distracción? Simplemente hasta que no se convierta en una obsesión. En realidad se convierte en una droga si no sabemos poner la mente en claro de hasta que punto queremos hacer de una distracción un trabajo.
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