Estoy convencida que esta Semana Santa va ser tan diferente a los años anteriores, siempre dejamos atrás tantas cosas que como el aire o el agua no podemos cerrar los puños y apoderarnos de ellas. La vida corre porque el tiempo no la deja detenerse. Pero cada día aprendemos nuevas cosas, corregimos otras tantas y volvemos a caer en los mismos errores o cometemos nuevos. Todo depende si aun no hemos decidido frenar un instante para pensar, reflexionar sobre ese encuentro con nosotros mismos. Nadie puede engañarse a sí mismo, aun queriendo en el fondo sabemos cuando algo anda mal. Pero que maravilla tan grande la del ser humano de levantarse cuantas veces quiera o pueda, porque encontramos esa fe que nos ayuda a seguir adelante muchas veces renovados, con nueva energía, con nuevos deseos y nuevos propósitos. Mientras tengamos ese afán de lucha es porque aun estamos vivos de verdad. Vivo no es caminar de la mano de nadie, vivo es caminar de la mano de Dios. ¿No creen que esa fuerza interior es herencia del creador? ¿O piensan que la energía se alimenta de la nada? La nada es el caos, la falta de amor, de convivencia con nuestros semejantes nos envía a un vacío. Es por ello que hoy que me enviaron esta foto pensé compartir a estos dos maravillosos ángeles que estuvieron con nosotros y dejaron huella fehaciente de lo que la inmensa bondad de ser puede dar. ¿Nunca sintieron esas presencia buena llenar sus corazones? Imagínense lo que sintieron todas esas personas por Jesús cuando les dio su palabra, cuando inundó sus corazones de amor. Y que recibió a cambio. La cruz. Esa cruz que ahora no reconocemos como nuestra.
Siempre recuerdo las palabras del Hermano Matías Caño. -Dios no castiga, señora Patricia. Dios perdona, Dios es amor. Las recuerdo porque tanta gente amenaza con enseñar la fe a base del miedo divino. Esta semana santa recordemos a Jesús por el gran amor que nos dio y por pensar que algo dentro de nuestro corazón está vivo porque Él lo quiso.
¡Que Dios los colme de bendiciones a todos ustedes!