Pero pronto, su ambición apareció nuevamente y creció cada vez más. Al punto que ya nada lo contentaba. Sólo era feliz cuando sus soldados venían cargados de oro. Aunque entre ellos estaba su viejo consejero, Escribonio Avarin. Tan ambicioso como él, motivo por el cual más de una vez se guardaba lo encontrado para él mismo.
Pasados unos años bajo el poder abusivo del emperador Panssius, el pueblo romano era cada vez más pobre. Y a pesar de ser cruelmente castigados no lograban juntar los cada vez más exigentes demandas del César.
Esta historia continuará...