Al colocarle el casco el abuelo de Akemi, Akiro siente el extraño poder de aquella reliqua samurai.
-¡Ohh...! ¡Siento que la cabeza me da vueltas...! ¿Dónde estoy? ¡Estoy en el comando de un robot samurai!- no deja de exclamar y pensar el joven desconcertado.
AKiro se da cuenta que está dentro de una nave que asemeja la armadura gigantesca de un guerrero samurai. Sin saber cómo se percata que conoce el manejo de los complejos mecanismos que debe poner en marcha y así lo decide cuando grita emocionado: ¡Debo ponerlo andar!
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