Hace más de veinte años había un lugar donde sin pensar llegaba, la cafetería de Gianfranco en la Avenida Angamos, un lugar donde había un dueño con un gran corazón y esa manera de ser que te permitía convertir su cafetería en oficina, lugar de encuentro, trabajo, tertulia y camadería sin ningún reclamo, por todo un grupo de seguidores por el disfrute del mejor café preparado en el Perú, y ese aroma, espumita y textura lograda por años de conocimiento.
Era la casa del jabonero, el que no caía resbalaba, y Gianfranco era una nota aparte, con su tratar muchas veces tosco pero siempre con esa sonrisa de pícaro y de niño que siempre con travesuras lograba sacarte del cuadro pero luego terminabas por entender que era un niño grande.
Desde hace un tiempo su carácter fue cambiando y la gente no entendía a ese hombre que no quería vencerse con una enfermedad que cargaba y que renunciaba a darle importancia, y ayer nuestro querido amigo Gianfranco dejó de existir, víctima de la enfermedad, cruel y despiadada que nos quita la vida y sigue su camino dejando lágrimas y dolor de perder a ese querido amigo. Quien tantos y tantos años nos hizo disfrutar de ese cafecito que nos inyectaba de ganas de vivir, esas pequeñas y luego grandes cosas que hace el hombre para ser recordado.
Ciao Gianfranco, no te puedo preguntar ¿Cómo estas? porque ya se la respuesta ¡Que te importa!
Ti voglio bene
Y empecé esta nota con había porque ese cafecito nunca será el mismo.
Mi más sentido pésame a sus familiares y amigos y a su brazo derecho Danitza.
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