El error que cometí
Fabiana estaba muy triste mirando desde la ventana de su cuarto mientras la luna le acariciaba el rostro. Pensaba en su primer enamorado, quien dejó de ver hacía unos meses.
-¿Qué estará haciendo Marcos ahorita? ¿Estará mirando la luna a esta misma hora? ¿Pensará en mi?
Ella no había recibido una llamada de él desde que fueron a una fiesta juntos hacía ya varios meses. En ese entonces, ella estaba realmente muy linda, con una mini nueva que había comprado, peinado alisado por keratina, manicure y pedicure afrancesada y unas bellas sandalias de moda.
Al llegar a la fiesta había estado coqueteándose con otros chicos mayores que ella en la fiesta con la sola idea de sacarle celos a su enamorado, quien era algo tímido de la misma edad que ella, dieciseis años. Estudiaron juntos en el colegio y siempre sintió que Marco era muy joven para ella.
Para Marcos había sido terrible ver a su enamorada disforzada y bailando desenfrenadamente toda la noche con muchachos mayores que ellos. Casi sin dirigirle la palabra, ella lo dejó a un lado sin volver a buscarlo. Siendo de carácter reservado, Marco decidió no decirle nada a Fabiana. Pero eso fue lo peor. Del agua mansa me libre dios que de la brava me encargo yo, reza un dicho y vaya si es verdad. El tenía un volcán a punto de estallar dentro de él, si ella quería sacarle celos verdaderamente lo consiguió.
Terminada la fiesta Marcos dejó a Fabiana en su casa. él iba conduciendo una camioneta que era de su madre y la misma que usaba sólo para salir a reuniones importantes o para salir con Fabiana. La joven imaginaba que todo estaba tan bien, ya que Marcos le abrió la puerta del carro, la acompaño a la puerta de su casa y se despidió educadamente como siempre, un beso y Fabiana subió las escaleras de su cuarto pensando que ya era toda una mujer y que había tenido un gran éxito en la fiesta, además pensaba: -Yo merezco algo mejor, tal vez un universitario o a Fede el hijo de Marieta, la millonaria del barrio.
Esa noche Fabiana durmió como una piedra, nada escuchó y nada la despertó hasta las once de la mañana cuando recibió la llamada de su mejor amiga.
-Aló, Fabi. ¡Qué mal te portaste ayer, has dejado a Marcos como un idiota!-, pero Fabiana se río a rienda suelta. Sabía que Marcos regresaría a buscarla para ir a la playa, o tal vez al cine o quizá a dar vueltas en el carro de su mamá o a encontrarse con la patota del barrio para comentar la gran fiesta que habían tenido.
Nada de eso pasó. Marco nunca más la buscó. Cada vez que el teléfono sonaba a ella le saltaba el corazón y pensaba que tal vez sería él. Tarde se dio cuenta que Marco era todo lo que a ella le daba seguridad y confianza, ahora sentía que ya no tenía piso y en ese error que cometió.
Fabiana estaba muy triste mirando desde la ventana de su cuarto mientras la luna le acariciaba el rostro. Pensaba en su primer enamorado, quien dejó de ver hacía unos meses.
-¿Qué estará haciendo Marcos ahorita? ¿Estará mirando la luna a esta misma hora? ¿Pensará en mi?
Ella no había recibido una llamada de él desde que fueron a una fiesta juntos hacía ya varios meses. En ese entonces, ella estaba realmente muy linda, con una mini nueva que había comprado, peinado alisado por keratina, manicure y pedicure afrancesada y unas bellas sandalias de moda.
Al llegar a la fiesta había estado coqueteándose con otros chicos mayores que ella en la fiesta con la sola idea de sacarle celos a su enamorado, quien era algo tímido de la misma edad que ella, dieciseis años. Estudiaron juntos en el colegio y siempre sintió que Marco era muy joven para ella.
Para Marcos había sido terrible ver a su enamorada disforzada y bailando desenfrenadamente toda la noche con muchachos mayores que ellos. Casi sin dirigirle la palabra, ella lo dejó a un lado sin volver a buscarlo. Siendo de carácter reservado, Marco decidió no decirle nada a Fabiana. Pero eso fue lo peor. Del agua mansa me libre dios que de la brava me encargo yo, reza un dicho y vaya si es verdad. El tenía un volcán a punto de estallar dentro de él, si ella quería sacarle celos verdaderamente lo consiguió.
Terminada la fiesta Marcos dejó a Fabiana en su casa. él iba conduciendo una camioneta que era de su madre y la misma que usaba sólo para salir a reuniones importantes o para salir con Fabiana. La joven imaginaba que todo estaba tan bien, ya que Marcos le abrió la puerta del carro, la acompaño a la puerta de su casa y se despidió educadamente como siempre, un beso y Fabiana subió las escaleras de su cuarto pensando que ya era toda una mujer y que había tenido un gran éxito en la fiesta, además pensaba: -Yo merezco algo mejor, tal vez un universitario o a Fede el hijo de Marieta, la millonaria del barrio.
Esa noche Fabiana durmió como una piedra, nada escuchó y nada la despertó hasta las once de la mañana cuando recibió la llamada de su mejor amiga.
-Aló, Fabi. ¡Qué mal te portaste ayer, has dejado a Marcos como un idiota!-, pero Fabiana se río a rienda suelta. Sabía que Marcos regresaría a buscarla para ir a la playa, o tal vez al cine o quizá a dar vueltas en el carro de su mamá o a encontrarse con la patota del barrio para comentar la gran fiesta que habían tenido.
Nada de eso pasó. Marco nunca más la buscó. Cada vez que el teléfono sonaba a ella le saltaba el corazón y pensaba que tal vez sería él. Tarde se dio cuenta que Marco era todo lo que a ella le daba seguridad y confianza, ahora sentía que ya no tenía piso y en ese error que cometió.
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