Cuántos pequeños logros que tuve
Fueron festejados como grandes triunfos
Por tí, mamá
Celebraciones que no puedo olvidar
Fotografías impresas de mi vida
Que me ayudaron a crecer.
Las primeras vallas que crucé
Tuvieron ecos de alegría para ti
Y me hicieron sentir victoriosa.
Tantos esfuerzos que compartiste conmigo
Y ahora forman parte de mi diario del recuerdo
Sellando ahí tu dulce y afirmativa sonrisa.
Como el ave que aprende a volar segura
Porque se siente protegida
Así me sentí a tu lado
Me lancé al abismo de la vida
Enfrentando mis pequeños o grandes vaivenes
Con mucho temor, quizás miedo
Pero con la seguridad de la compañia
Más grande y auténtica:
Rodeada de tus brazos.
Rodeada de tus brazos.
Aunque muchas veces
Caí aparatosamente
Precipitándome contra los
Fantasmas del éxito
Tú me ayudaste a desvanecerlos
Con la entereza y aplomo
Que te dan las canas.
Cuántas veces me enseñaste
A no dejar alzar
A la orgullosa derrota
Y a no dar vueltas
En el pantano de los imposibles
Buscando la salida
Sabiendo que no somos invencibles
Pero sí dueños de nuestro destino.
Me demostraste que la felicidad
Es tan sencilla como simple
Y tan ligera de adornos y falsos encantos
La descubrí a través de tus ojos
Cuando eres feliz con la alegría ajena
Y de tanto dar, y dar todo
Te quedas sin nada.
Porque tú, mamá
Eres el principio de la vida
Te conviertes en el ADN del valor
De la lucha constante y desmedida
Por el bienestar de tus seres queridos.
Lo que aprendí de ti
No lo puedo describir
Tampoco lo puedo contar
Es un sentimiento
Que alimenta mi alma
Que siempre estará junto a mí
Hasta que mi corazón
Deje de latir.
¡ Te quiero, mamá!
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