Hoy tuve que dejar partir a Helga, mi perra rotwailler. ¡Qué difícil tener que llevarla al doctor sabiendo que ya no va regresar! Pero aunque es una decisión que gracias a Dios nos ayuda a evitar el sufrimiento a nuestras mascotas, es tan terriblemente dolorosa. Le dio una emfermedad en la piel de la cual ya nunca se iba a recuperar. Hoy la lleve a pasear al parque y ya no era la perra de altivo porte y pendiente de todo cuando veía. A duras penas caminaba un par de cuadras y cuando llegaba a casa tenía que subir escaleras. Se paraba al frente de la primera grada y veía con la cabeza hacía arriba todo lo que tenia que escalar para su edad. Quince años ya tenía y según lo que me dijo el veterinario pocos perros de su raza han llegado a esa edad. ¿Pero cuan triste es decidir que ya no debe seguir a nuestro lado? Ellos (Nuestras mascotas) siempre querrán acompañarnos así sea a costa de su sufrimiento. Estas bellas criaturas se desviven por hacernos felices y seguirán moviendo la cola y celebrar nuestra llegada siempre a pesar de no sentirse bien. La Popocha como yo le decía a Helga me seguía por toda la casa. Y jamás se echaba en ninguna parte hasta que yo estuviera sentada. En el comedor, en el dormitorio, en la cocina. Vivía pendiente de lo que yo hacía. ¿Y ahora? Siento que cada rincón de mi casa esta tan vacío. ¿Donde esta su mirada siempre pendiente de lo que hacía? Mi Helga, mi mona, mi Popocha.
He puesto todas sus cosas en una caja de plástico para desaparecerlas de mi vista, hasta sus platos para tomar agua ya no los quiero ver. ¿Pero eso es suficiente? Este animalito deja un gran vacío en mi. ¿Cómo no se puede querer a nuestras mascotas? ¡Cómo la voy a extrañar!
Adiós Popocha...mi compañera fiel...quisiera que metieras tu cabeza al costado mío para recibir cariñito cómo tantas veces me pedías...quisiera que saltaras como lo hacía frente a tu collar para llevarte a pasear...quisiera darte tu pan de camote en las mañanas cuando te parabas en la puerta y ladrabas pidiéndolo...quisiera acariciar tu negro pelaje y sentirte mimada y querida...quisiera sentirte roncar plácidamente en las noches sobre tus patitas doradas.
Hoy estuve contigo viéndote entrar en un largo sueño, sin dolor, sin sufrimiento y para mi me llena de paz haberlo hecho para evitarte sufrimiento. Le he pedido al doctor tus cenizas para ponerlas en la higuera bonsai que tengo. Allí estarás a la sombra de ese pequeño arbolito y sabré que parte tuya se queda conmigo para seguir acompañándome.
Corre Popocha, salta Popocha, allá donde los jardines no tienen fin, allá donde algún día vendrás hacia mi, corriendo y yo te voy abrazar y hacer cariño con todo el amor que siempre tendré para ti...